El proceso de envejecimiento es un evento natural del cuerpo humano produciendo atrofia o adelgazamiento de los tejidos blandos así como perdida de tonicidad e integridad de los mismos.

A nivel facial, ocurre de manera desigual, enfatizándose en áreas como pliegues nasolabiales, frontal, bucal, mentón y áreas submentales. Estas áreas se ven afectadas por la involución del sistema muscular facial que es más acentuado en aquellas zonas con más íntimo contacto con la piel.

A medida avanza la edad, dichas conexiones se ven debilitadas y provocan la aparición de sucos, aumento de profundidad de pliegues y empeoramiento de arrugas.

Desde los años 70 cirujanos craniofaciales y plásticos iniciaron la aplicación de técnicas quirúrgicas para devolver la tensión a los tejidos blandos de la cara como lifting facial.

Con el paso de los años la cirugía se ha enfocado en tratamientos cada vez menos invasivos para rejuvenecer la piel de la cara y el cuello; mediante diferentes tratamientos como rellenos faciales, tratamientos con toxina botulínica e incluso hilos tensor4es faciales. Todos ellos con el fin de devolver la tensión a estos tejidos holgados y con pérdida de tensión o contorno.

Los hilos son polímeros sintéticos al igual que el material que se utiliza para la suturas de tejidos blandos del organismo; estimulando la activación de los fibroblastos que producen colágeno.  Estos hilos se insertan en el tejido subctutáneo, están provistos de espículas que se fijan debajo de la piel evitando que se muevan, aportando la tensión que se ha perdida sobre dichos tejidos,  creando un nuevo y mejorado contorno volumétrico.